Hoy es un día en el que temprano salió el sol, probablemente en forma muy similar a como sucede todos los días del año, aunque vale aclararle de antemano al potencial estúpido nerd que pueda decir “el sol sale todos los días a distinta hora” que me importa una raja la astronomía. Cuando prendí el televisor, a las 06.45 horas, estaban dando las noticias, en particular el infaltable bloque deportivo, tal como todos los días. Caminé al metro y llegué a la estación y mi tarjeta de acceso marcó a la misma hora de siempre 07.58 horas (más menos 5 minutos, para el pelotudo que pregunte), luego descendí al andén y en las pantallas del sistema de televisión del metro estaban dando una canción de Tony Braxton, la misma que he escuchado diariamente de lunes a viernes las últimas 3 semanas. Luego caminé 10 minutos para llegar a mi lugar de trabajo y marcar la hora de llegada, poniendo el dedo en el sensor, el que registró mi ingreso a las 08.20 horas. A las 08.25 llegué a mi escritorio pensando en que aún me faltaban 9 horas para marcar mi salida, que es a las 17.30. Salí a esa hora rumbo al metro, mi tarjeta de transporte marcó a las 17.45 horas, tomé el carro y bajé en mi destino, donde todos los días alcanzo a escuchar por altavoz, antes de salir de la estación, “comienza el horario punta” y pienso lo bueno que fue ahorrar $100. Luego camino 10 minutos hasta mi casa, me quito la corbata, como avena, veo Los Simpsons, limpio la caca del perro, me dejo caer en la cama y no olvido conectar mi celular para que no se descargue y no deje de sonar el despertador a las 06.45 del día siguiente.
A veces llueve, a veces hace calor, a veces hace frío, a veces no sucede nada, a veces es feriado y a veces no.
A veces llueve, a veces hace calor, a veces hace frío, a veces no sucede nada, a veces es feriado y a veces no.
A mi sinceramente me aburriría leer esto, pero vivirlo puede ser letal.